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martes, 6 de abril de 2010

El rincón literario

Boxeo

El deporte del que tiene hambre
del que sabe que para triunfar, primero hay que pelear
del que asusta pensando en su futuro y a la muerte
quiere ganarle por nocaut.

No se llega si no es por necesidad
la derecha pega y voltea
si en la mesa falta el pan.

No es fácil pelearle a quienes nunca han trabajado
siempre bien limpias las manos
para robar, usan guantes blancos.

La pelea es todos los días
contra la miseria, los corruptos
aunque debo de admitir: en la calle
casi siempre se gana por puntos.

Por las mañanas ladrillos son testigos de su fuerza
esa que arriba del ring
se demuestra con fiereza.

Cuesta romperse las manos día a día
sin saber si se va a ganar
pero el buen pugilista
cree siempre poderlo lograr

En vano parece no intentar
si el sistema ya nos despojó
¿qué mas queda por perder
cuando el mundo te desnudó?

Seria lindo a nuestros hijos
poder contarles la anécdota
del padre boxeador
del que quiso, y cumplió su meta

La bolsa
Es su mejor amiga. Es testigo de sus broncas, sus tristezas y fracasos; cada tanto, cuando hay una alegría, lo sabe también. Sufre, le da impotencia. Está atada, no puede dar ninguna indicación y sabe, recuerda cómo se sacaba ese maldito gancho. Mañana estará escondida, se hará la que no mira, la que está dormida; pero cuando suban al ring, los estará espiando y sudará casi como ellos. Si ganan, sabe, el lunes será un diálogo relajado, le bailarán alrededor como coqueteándola y sobrarán sonrisas. Si pierden, fieles, callarán sin decir nada. Seguirán ahí, firmes, sabiendo que se luchó para lograrlo, aunque no se haya podido.

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