José Iturria empató con Isaac Casco por decisión técnica en el tercer round, el viernes en Argüello Juniors. Raúl Zambrano venció a Héctor Cisneros en fallo unánime. Por Andrés Mooney
El de la capital lo esperaba ansioso. El cierre de año debía ser con la venganza de todos aquellos que lo vencieron tiempo atrás (se impuso ante la Garza Funes y Emanuel Garnica en sus últimas presentaciones, rivales que lo habían superado en el boxeo pago el primero y en el amateurismo el otro). De fondo, esperaba su debut a seis rounds. El de San Francisco, por su parte, se tenía fe: había vencido a su par de Argëllo, no era la primera vez que iba a seis vueltas y venía de pelear hace pocas semanas en San Juan.
El primer capítulo fue de estudio. Sin sacar muchas manos, ambos contendientes se medían. Y en esa frialdad fue Casco quien “se calentó” primero y pudo establecer una mínima ventaja llevándoselo por delante, tomando la iniciativa, aunque sin golpes netos.
El segundo round no varió demasiado y con un cross de izquierda, el de San Francisco logró meter la mano más nítida de la vuelta para llevársela por la diferencia más pequeña. Aún no empezaba la acción.
El tercer episodio fue más movido. Con golpes a fondo y buscando lastimar al oponente, ambos rincones mandaron a sus boxeadores al frente. El local pareció despertar y metió manos duras contra la humanidad de Casco. Pero éste no se amilanó y se prendió en el intercambio hasta que el árbitro Brígido Rosa Vaca los detuvo por corte en el párpado superior derecho del ex pupilo de Robledo.
Cuando se estaba poniendo buena, la fiesta terminó antes y se decretó empate en decisión técnica. Un fallo lógico de una pelea pareja que exige la tercera edición. A esperar.
El de Argüello quería mostrarse ante su gente y demostrar que volvió, que era el que vino allá por 2006 pero más maduro mental y físicamente. Venía de lograr un triunfo importante en Río Cuarto (ante Emanuel Quiroga) e intentaría cerrar el año con dos victorias al hilo para alzar su copa en las fiestas y soñar con un victorioso 2011 boxístico que se le viene negando. El de Las Flores, quería ser el verdugo y llevarse una ganada en su única pelea del 2010. Ya en 2009, este veterano de 38 años había perdido ajustadamente con el coterráneo de Zambrano, Alexander Tanchiva, en una pelea muy pareja desarrollada en Río Ceballos.
Pero las ganas contra la calidad no tienen mucho que hacer cuando sólo hay cuatro rounds para sacar ventajas. El peruano, de línea boxística depurada, zurdo, rápido de manos y piernas, fue ampliamente superior. Sin castigar demasiado, tal es su costumbre, contragolpeó al visitante y se dedicó a sumar puntos. El jab de derecha fue un martirio para Cisneros que sólo pudo conectar algunos “voleados” aislados. Los tres primeros rounds, fueron para Zambrano que se mostró mejor ofensiva y defensivamente. El último capítulo, cuando algunos esperaban la definición, Raúl les recordó su escuela amateur (sumó más de 200 peleas en ese campo, fue medallista en los Bolivarianos y estuvo en Cuba más de un año) de tocar y salir, y jamás buscó el nocaut. Cansado, caminó el ring y abrazó para dejar correr el reloj, sabiendo que en las tarjetas sería el justo ganador. El boxeo estuvo presente, la calidad no se escondió pero el show quedó debiendo. Cuestión de estilos, de gustos, en Argentina cuesta todavía vender el boxeo carente de explosión. Zambrano ganó, boxeó y ¿gustó?
El de la capital lo esperaba ansioso. El cierre de año debía ser con la venganza de todos aquellos que lo vencieron tiempo atrás (se impuso ante la Garza Funes y Emanuel Garnica en sus últimas presentaciones, rivales que lo habían superado en el boxeo pago el primero y en el amateurismo el otro). De fondo, esperaba su debut a seis rounds. El de San Francisco, por su parte, se tenía fe: había vencido a su par de Argëllo, no era la primera vez que iba a seis vueltas y venía de pelear hace pocas semanas en San Juan.
El primer capítulo fue de estudio. Sin sacar muchas manos, ambos contendientes se medían. Y en esa frialdad fue Casco quien “se calentó” primero y pudo establecer una mínima ventaja llevándoselo por delante, tomando la iniciativa, aunque sin golpes netos.
El segundo round no varió demasiado y con un cross de izquierda, el de San Francisco logró meter la mano más nítida de la vuelta para llevársela por la diferencia más pequeña. Aún no empezaba la acción.
El tercer episodio fue más movido. Con golpes a fondo y buscando lastimar al oponente, ambos rincones mandaron a sus boxeadores al frente. El local pareció despertar y metió manos duras contra la humanidad de Casco. Pero éste no se amilanó y se prendió en el intercambio hasta que el árbitro Brígido Rosa Vaca los detuvo por corte en el párpado superior derecho del ex pupilo de Robledo.
Cuando se estaba poniendo buena, la fiesta terminó antes y se decretó empate en decisión técnica. Un fallo lógico de una pelea pareja que exige la tercera edición. A esperar.
El de Argüello quería mostrarse ante su gente y demostrar que volvió, que era el que vino allá por 2006 pero más maduro mental y físicamente. Venía de lograr un triunfo importante en Río Cuarto (ante Emanuel Quiroga) e intentaría cerrar el año con dos victorias al hilo para alzar su copa en las fiestas y soñar con un victorioso 2011 boxístico que se le viene negando. El de Las Flores, quería ser el verdugo y llevarse una ganada en su única pelea del 2010. Ya en 2009, este veterano de 38 años había perdido ajustadamente con el coterráneo de Zambrano, Alexander Tanchiva, en una pelea muy pareja desarrollada en Río Ceballos.
Pero las ganas contra la calidad no tienen mucho que hacer cuando sólo hay cuatro rounds para sacar ventajas. El peruano, de línea boxística depurada, zurdo, rápido de manos y piernas, fue ampliamente superior. Sin castigar demasiado, tal es su costumbre, contragolpeó al visitante y se dedicó a sumar puntos. El jab de derecha fue un martirio para Cisneros que sólo pudo conectar algunos “voleados” aislados. Los tres primeros rounds, fueron para Zambrano que se mostró mejor ofensiva y defensivamente. El último capítulo, cuando algunos esperaban la definición, Raúl les recordó su escuela amateur (sumó más de 200 peleas en ese campo, fue medallista en los Bolivarianos y estuvo en Cuba más de un año) de tocar y salir, y jamás buscó el nocaut. Cansado, caminó el ring y abrazó para dejar correr el reloj, sabiendo que en las tarjetas sería el justo ganador. El boxeo estuvo presente, la calidad no se escondió pero el show quedó debiendo. Cuestión de estilos, de gustos, en Argentina cuesta todavía vender el boxeo carente de explosión. Zambrano ganó, boxeó y ¿gustó?
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