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domingo, 26 de diciembre de 2010

Balance 2010

Termina el año y llega el momento de las cuentas, de comparar el Debe y el Haber para decir: “valió la pena”, o “váyanse cuanto antes, estimados 12 meses”. Aquí nuestro saldo.
Por Andrés Mooney
Si quiere hacerse una real cuenta, debe hacerse honestamente, sin olvidar detalle alguno, para que el resultado sirva de parangón.
Comenzaremos desde abajo, con el amateurismo. Maico Sommariva, Ezequiel Díaz y Juan González, son los pupilos de mayor proyección y es a ellos a quien debemos seguir de cerca.
"El Feroz" González tuvo una primera mitad de año activa, con defensas de su título terminadas en victorias. Si bien los rivales no opusieron resistencia seria, el de Argüello acabó con prácticamente todos antes del límite. El único que lo complicó las dos veces que se enfrentaron, ya no pisa los rings, y es Mauricio Núñez de Río Tercero. El 2011, si nada raro ocurre, viajará por el país para sumar combates y, con al menos cinco peleas, se tramitará la licencia profesional. Hay mucho por aprender: velocidad, continuidad de golpes, serenidad arriba del ring; pero cuidado, la categoría no tiene exponentes de nivel en la división máxima por lo que podría entrar, al menos, entre los mejores del peso.
Ezequiel Díaz tuvo mucha actividad, con altibajos igualmente proporcionales a los que ofrece sobre las 16 cuerdas. Su licencia no asusta: cuenta con muchos empates y algunas derrotas. Perdió con Federico Coronel más de una vez (creemos que será una pelea que tendrá más capítulos aún) y empató con rivales que, en los papeles, tenían menos condiciones que él, pero ganó cuando se lo propuso: en los Juegos Cordobeses venció al menor de los Coronel en gran pelea. La historia del boxeo argentino parece caerle sobre sus espaldas e intenta definir la pelea con una sola mano, al precio que sea. Guapo, va al frente hasta el segundo final, ganándose el cariño de la gente. Debe amigarse más con el gimnasio, construir más su boxeo, y así hará grandes cosas. Pega duro, como pocos, pero sin trabajo, sucumbirá en el intento. Maico Sommariva tuvo un 2010 positivo. Peleó con buenos y obtuvo grandes resultados. Se anotó más de un nocaut y victorias por puntos ante experimentados. Fiel a su estilo, Luis Olivero lo mandó a “probarse”, en la segunda mitad de año, con los dueños de la división hasta 64 Kg. Le ganó a Diego González en la primera pelea enviándolo a la lona en una oportunidad. Luego, el de Villa María, superó a Maico haciéndole conocer la derrota y la lona por vez primera, en un cruce muy similar al de la anterior pelea en que el de Argüello había llevado la mejor parte. Empató con Xavier Luques Castillo en Villa Allende, en una gran pelea en que el subcampeón argentino le tiró la experiencia encima para sobrevivir cuando estuvo visiblemente sentido. Para cerrar el 2010, Olivero quiso agregar un capítulo de dramatismo y desafió al campeón provincial, Maximiliano Coronel. Pelea confirmada con más de 10 de anticipación se cayó 48 hs antes de la cita (en Argüello, donde Iturria hacía de fondista frente a Casco). ¿El motivo? La balanza, según su padre (y entrenador) Maxi es un Pluma subido y no quiso llevarlo tan pesado, a pesar de haber defendido 7 días atrás su título de los 64 Kg. y de haberse pactado la pelea con Sommariva en 62 Kg. Negado el duelo con Coronel, Olivero puso una ficha mayor: buscó a José Villalobos, quien además de tener más de 40 peleas, milita en los 69 Kg. Inexplicablemente, Alberto Gómez (entrenador de Villalobos), quien había llamado días atrás para que hicieran pelear y tuviera continuidad su pupilo, aceptó la pelea 48 hs antes del viernes pero 24 después la suspendió porque “no estaba entrenando”. Palabras más, palabras menos, Olivero quiere saber para qué está Maico Sommariva y está dispuesto a medirlo con los mejores. No llega a las 15 peleas y muestra cosas interesantes: velocidad, pegada, garra, prolijidad al atacar. Pero, claro está, tiene mucho que absorber: defensa, contragolpeo, dosificación de energías, y demás cosas que se aprenden con la experiencia y dedicación.
En el campo profesional hay dos partes definidas: los complementaristas como Iturria, Zambrano, Tanchiva, por un lado, y el fondista “Luifa” por el otro. Los primros tres, cuentan un saldo positivo.
Excepto Alxander Tanchiva, que peleó en una oportunidad y perdió, pero de visitante total contra un experimentado como el “Pamperito” Román. En realidad, es el "Maravilloso" quien quiere hacer sus últimas peleas para dedicarse por completo (ya lo viene haciendo ayudando a Olivero) a entrenar boxeadores.Su connacional, Raúl Zambrano, volvió a los rings para vencer. Dos presentaciones, dos triunfos. Los rivales no fueron figuras ni mucho menos, pero se volvió al ruedo con dos victorias y se mostró que todavía quedan cartuchos por gastar. José Iturria dejó atrás un 2009 sin victorias y sumó 3 triunfos, 2 derrotas, 1 empate y una sin decisión. En todas, o casi todas, era menos, en las presunciones, que sus rivales. Blanco, Garnica, Funes, fueron buenas glorias del “Majestuoso”, que jamás fue favorito. Cayó ante Pedro Irusta, en noche en que el fantasma apareció por Argüello y sembró derrotas para todos (en aquella oportunidad sólo un amateur logró vencer; el resto, profesionales y amateurs, en su casa, perdieron todos), y frente a Victor Hugo Velazquez por puntos, boxeador que venció a todos sus rivales antes del límite menos justamente a Iturria. Intentó cerrar el año a 6 rounds con Isaac Casco pero un momento infortuito hizo que se detuviera el combate, justo cuando mejor estaba el dirigido por Olivero Canales. Parecía que acumularía sólo derrotas en esto del boxeo rentado, pero empezó a ganar, contra más de un pronóstico. Espera por un 2011 de título cordobés, de más rounds y de anotarse alguna otra sorpresa. Técnicamente no está dotado, pero a su terrible guapeza le agregó inteligencia y se convirtió en un hueso duro de roer. "El Luifa" tuvo un 2010 con sabor amargo. Empezó bien, con aquel triunfo ante un duro Luis Arrieta, a quien le ganó boxeando, sin prenderse en el “dame que te doy”. Siguió con un éxito rotundo ante Matías Figueroa que pareció un eterno perdedor hasta que se lo vio propinar terrible paliza a Emilio Mazurier meses más tarde en la Sociedad Belgrano (un “Cuchillo” que no es el que supo ser, vale la pena aclarar). Siguiendo con la costumbre de los mediano junior, se llamó a un probador de figuras como Walter Acuña. En inolvidable noche (y pelea) “Luifa” tenía la reyerta ganada hasta que mordió el anzuelo y cayó en las manos del “Camello” que es un guerrero, asimila castigo, pega durísimo, y es el sparring favorito del “Chino” Maidana (¿Será por algo en especial?). Primera derrota para el cordobés, en su casa y antes del plazo estipulado. Siguió, con una pelea accesible ante Adán Martínez, un uruguayo que contaba sólo con su enjundia pero que por momentos complicó al fanático de Belgrano, hasta que Zárate afirmó su golpe y se acabó la discusión. Esa noche peleó un buen boxeador, un estilista, alguien que camina el ring como pocos en el país, llamado Mateo Verón. Allí lo vio Olivero y dijo: “Este es para Luifa, pero dentro de algunas peleas”. Y las cosas del boxeo hicieron que la siguiente fuera con él y el nuestro no decepcionó terminándolo casi desde el camarín: cuando Verón vio la potencia de las manos de su rival, no quiso más. Y la última del año, fue con un difícil Oscar Medina. Alguien que sería complicado pero que, en los cálculos del entrenador peruano, caería en los puños de Zárate. Y la pérdida de peso repentina, el poco tiempo que pasó entre una pelea y otra, más una intoxicación alimenticia, ayudaron a la limitada noche de Zárate y la lúcida presentación de “Piñón Fijo”. Fue triunfo para Medina que bajoneó las aspiraciones del ídolo local. Los rankings olvidan rápidamente las victorias de los desconocidos y recuerdan instantáneamente las victorias de los manejados por lo popes del boxeo. La televisión nos mostró un Bonanni devenido en promesa Welter que, sabemos, no es más que Luifa. Un “Epi” Martínez ayudado por el Gremio de los Camioneros y el de los jurados miopes, que entendemos es bastante más limitado que “Luifa”. Pero los dos, Martínez y Bonanni (tomados justamente porque puede haberlos visto usted en la televisión en este último tiempo), seguramente puedan aleccionar a Zárate en cuidado con comidas y en entrenamiento físico a conciencia. El público será difícil de convencer luego de las derrotas, los auspiciantes encontrarán más excusas para no soltar dinero; todo costará el doble. Luis Pablo Zárate tendrá que trabajar y duro, para poder ser el que todos queremos y soñamos: un “Luifa” metido en la discusión grande.

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