Por Andrés Mooney
Una tarde, se juntaron 300 personas a ver un deporte que entendían 50. La mitad, comprendió lo que sucedió y se avergonzó, la otra mitad, fue cómplice. Restaban 200, que festejaron sin terminar de darse cuenta qué festejaban, pero lo hacían, y no era su culpa. Se veía venir, se olfateaba. La fiesta era para uno y los demás serían invitados, no protagonistas. Las notas, los flashes de las fotos, las tapas de los diarios, debían ser, de antemano, para uno. Pero el boxeo se trata de dos.
Quienes habitualmente asisten a las veladas boxísticas semanales se sintieron enrarecidos, invadidos. Caras jamás vistas en un festival, además de la de presos de buena conducta: periodistas que nos enteramos ahora que conocían lo que era un Jab, y elegantes hombres que vestían traje y corbata, poco vistos en el boxeo de los barrios.
La Garza tuvo suerte, pero a la suerte, dicen, hay que ayudarla y de eso se encargaron los jueces y el árbitro. Unos 53 segundos demoró Funes hasta reincorporarse a combatir en el cuarto round, con un árbitro que desconoció el reglamento cuando se le ataban los cordones a las botas de Gabriel Funes (reglamentariamente toda vez que no se presente a combatir una vez terminado un round, el árbitro deberá iniciar un conteo, y llegado a 10’ se decretará el Nocaut. La Garza demoró casi un minuto). Pero Brígido Rosa Vaca no estuvo solo. Los señores Juan Carlos García y Fernando Caruncho vieron la pelea 39-38. Hagamos números, o usemos la lógica. Hubo cuatro rounds. Uno en el que un boxeador sacó más ventajas que el otro, el único en el que podría haber existido una diferencia de un punto. Ese round fue el tercero, y lo ganó Iturria (¿Tan difícil es el apellido que siempre lo pronuncian y escriben mal? Lleva una “a” sobre el final). Supongamos, hagamos de cuenta, que es la primera vez que vemos boxeo y los otros tres rounds fueron para Funes, ¿Cómo obtuvieron una diferencia de un punto? Si hubo algún round que fue suficiente como para que la Garza gane la vuelta por un punto, avisen cuál fue. O sea que José Iturria, aún ganando el segundo o el cuarto round (por medio punto), no obtenía la victoria. O quizá debió provocarle una caída, entonces así le sacaba un punto de diferencia, pero (quiero pensar que todos los jueces lo saben, quiero imaginarme) el artículo 10 fue modificado y no debe necesariamente descontarse el punto de descuento por caída. Es decir, quizá si le ganaba otro round (por la mínima diferencia) y lo enviaba a la lona, puede que tampoco así se hubiera llevado la victoria José Iturria. Pelea jodida, Che.
Uno con esto no pretende ser insensible y desconocer el marco en que se desarrolló el espectáculo. Se sabe que la figura era Gabriel Alejandro Funes. Pero, seamos serios, ¿Hasta cuándo puede seguir boxeando?, ¿Cómo sería el resultado de esa pelea en cualquier otro lugar, que no sea Bouwer? Me responderán muchos que cómo no va a poder continuar con el boxeo, si viene de ganar sus últimas dos peleas: muchachos, no abramos el pico, sin averiguar. En la anterior pelea, la Garza, en Argüello Juniors, besó la lona tres veces y perdió por puntos.
La pelea fue injustamente calificada y no hay mucha vuelta que darle. Una vez más, miramos para otro lado, la prensa fácilmente desvía el ojo crítico y aquí no ha pasado nada. El sufrimiento de estar encerrado tras las rejas, es increíblemente doloroso pero ¿Levantarse a las seis de la mañana para acostarse a las once, después de haber trabajado y entrenado, no lo es? ¿Darle de comer a dos hijas con el sueldo de la construcción acaso es fácil?
De repente, escuchamos hablar sobre reinserción social a los mismos que no apoyan a gimnasios que albergan a chicos con libertad asistida o jóvenes adictos. ¿Esa reinserción no debería nacer de otro lado que no sea el perjudicar la carrera de un boxeador?
Las tarjetas fueron: Juan Carlos García (39 - 38), Fernando Caruncho (39 - 38), Gabriel Tavella (38 1/2 - 38 ½).