Por Andrés Mooney
Texto empezado el 14/06/08 y continuado el día de la fecha. Ojalá tengamos que actualizarlo a medida que el Profe vaya escribiendo una página más de su propia historia.
Hay una persona a la cual, los que integramos el grupo de jóvenes del club, debemos mucho. Persona que, con su sabiduría, nos enseña día a día. Hay distintos tipos de enseñanzas en gimnasios de boxeo. Hace unos días el ex campeón mundial Sergio Víctor Palma dijo que puede practicarse "para bajar la panza o para llenarla". Creemos acertó en su frase el ex campeón mundial en la forma de practicarse, pero podríamos agregar también las formas de enseñar boxeo. No sólo deportivamente, sino educativamente. Cuando uno aprende valores, el sentido de la amistad, solidaridad, sacrificio, creo que va más allá del boxeo como deporte.
Quienes formamos parte de los que no lo hacemos con fin competitivo, sabemos de lo que se trata. Luis Olivero nos enseñó mucho más que a sacar manos, movernos, hacer vista o escuela de boxeo. A quienes el sistema los aísla, trata de incorporarlos. A quienes están ajenos a una realidad innegable, les abre los ojos. En lo estrictamente deportivo, con sus viajes por lugares como Estados Unidos, Cuba, Europa y los países centro americanos -además de la Argentina y el Perú- enriquece sus clases con una diversidad única de técnicas. Formando grandes boxeadores, fue dejando su marca en el boxeo profesional y amateur.
En el campo aficionado dejó una importante huella. Como boxeador, realizó más de 150 peleas. En sus comienzos, para evitar que su padre lo supiera, utilizó el nombre de Carlos Rodríguez o su propio nombre, pero con apellido materno: Luis Canales. Ganó torneos barriales, nacionales e integró la selección de su país. Se caracterizó por su gran técnica y sorprendía con su izquierda un “Gringo” que, cuando se prendía en la zona de fuego, recibía los castigos de su rincón. No era un noqueador, sí un estilista.
Aquel peso Ligero nacido en Lima, debió colgar los guantes producto de un derrame hepático. Así, con 23 años, desaparecía un gran boxeador y asomaba un excelente entrenador. Arrancó, como buen rincón, desde abajo. Colaborando en los gimnasios con boxeadores amateurs, observó, aprendió y fue trabajando con gente de renombre mundial: Gil Clance (estuvo a su lado por mucho tiempo, sobre todo con Emily Griffith), Carón González, Ángelo Dundee, Willie Pep, y demás gente de trayectoria.
Tuvo a su cargo la selección nacional de Perú. Participó en gran cantidad de de torneos amateurs con el seleccionado y logró importantes resultados. Consagró campeones sudamericanos y numerosos medallistas en torneos internacionales. Con el tiempo, fue ganando el reconocimiento como un gran formador de boxeadores.
En el Perú quedará en la historia pugilística por ser el formador del ex boxeador Mario Broncano. Este púgil nacido en Chincha, con sólo 15 años, fue campeón sudamericano, medalla de plata en el Giraldo Córdova Cardín y eterna promesa de campeón mundial. Pero el chinchano jamás pudo evitar sus raíces. Fue rescatado por Olivero del reformatorio de Maranga y, a pesar de generar la mayor esperanza del boxeo peruano, no pudo dejar su vida indisciplinada.
En Argentina, en la ciudad de Córdoba, formó a dos actuales promesas del boxeo nacional: Marcos Cabral y Pablo Zárate. El primero integrante de la selección nacional, con destacada participación en el mundial juvenil de Guadalajara; y el segundo, campeón provincial, vencedor de diversos torneos nacionales y nueva figura del boxeo profesional.
En el terreno profesional, como boxeador, su participación fue corta. Apenas pudo realizar cinco peleas y debió abandonar el pugilismo por la anteriormente comentada lesión.
Como entrenador, tuvo a cargo a retadores del título mundial como: el Inca Quintana, Felipe Jerónimo Luque, Orlando Romero (aquel peso Ligero que peleó con Ray Mancini), Freddy Chumpitáz y, los consagrados ecuménicamente por la UBA, Rubén Poma y Carlos Grados.
En Argentina, fue reconocido por todos como el entrenador del cordobés Fabio la Mole Moli. Junto a Olivero, el gigante de Villa del Rosario vivió sus épocas doradas, donde permaneció invicto. Además, protagonizó aquellos duelos inolvidables ante Jorge Dáscola y la pelea memorable frente a Tony Larosa.
Ligado a la labor social, combinó su pasión por el boxeo, con la ayuda a jóvenes en condiciones de vulnerabilidad. Colaboró en reformatorios desde Manhattan hasta Maranga. De todos aprendió y dejó una gran enseñanza. Creador de frases como “K.O. a las drogas” (utilizada por la Asociación Mundial de Boxeo) y, la que encabeza nuestro blog, “Ningún niño nace malo”, luchó, con el boxeo como única arma, por una niñez y una adolescencia digna.
Hoy es como ayer, en la vida de Olivero. Uno llega a Argüello Juniros, y parece reencarnarse un Mario Broncano en algún niño de mirada esquiva; en la bolsa saca manos duras un muchacho que se parece bastante a Romerito, y jura lograr lo que aquel no pudo: “Voy a ser campeón mundial”; más acá hace sombra uno bastante hábil que me recuerda a aquel pintón Carlos Grados; en la otra punta, Olivero Canales saca lentamente una izquierda en jab, seguida de una derecha recta, ante la atenta mirada de uno que pisa por primera vez el gimnasio, llevado por su madre para ver si sale de "eso que venden en todas las esquinas”.
Hoy como ayer, realiza un trabajo silencioso. Hoy como ayer, no se ayuda a un hombre que, por el boxeo y por la sociedad, deja prácticamente todo.
Se hacían sentir las manos del profe, aunque lo niegue.
Utilizando su apellido materno para intentar esconder su pasión. Difícil.
Manos en alto para el Gringo.
Olivero hace errar a su rival.
Uppercut de izquierda al mentón.
Sacando un recto de derecha a la bolsa.
Luis Olivero Canales: el boxeador más técnico del campeonato.
La prensa mostraba los grandes pupilos de Olivero.
El Negro Carlos Grados. Campeón mundial UBA.
Haciendo "guanteletas".
Revistas prestigiosas si las hay, reflejaban la labor de Luis Olivero en el Perú.
Mario Broncano, medalla de Plata en los Giraldo Cordova Cardin, campeón sudamericano.
El sueño vuelve a nacer.
En disputa de título.
Una costumbre: Broncano ganando competencias amteur.
Olivero junto a la selección peruana en los Bolivarianos de 1985 en Ecuador.
Orlando Romero, retador al título mundial ante Ray Boom Boom Mancini.
Consagración de Rubén Poma en disputa de título mundial UBA categoría Minimosca.
Raúl el Torito Enciso en disputa del título que ganó: AMB Fedebol Superligero.
Junto a Fabio la Mole Moli, en sus épocas de gloria.
Pablo el Luifa Zárate recibiendo el premio Estímulo de La Voz Del Interior 2004.
Junto a un grande de verdad: Teófilo Stevenson.
Luis Olivero Canales y Gilberto Mendoza, presidente de la AMB durante 26 años.
Porque entrenador no se hace un día para el otro:
Texto empezado el 14/06/08 y continuado el día de la fecha. Ojalá tengamos que actualizarlo a medida que el Profe vaya escribiendo una página más de su propia historia.
Hay una persona a la cual, los que integramos el grupo de jóvenes del club, debemos mucho. Persona que, con su sabiduría, nos enseña día a día. Hay distintos tipos de enseñanzas en gimnasios de boxeo. Hace unos días el ex campeón mundial Sergio Víctor Palma dijo que puede practicarse "para bajar la panza o para llenarla". Creemos acertó en su frase el ex campeón mundial en la forma de practicarse, pero podríamos agregar también las formas de enseñar boxeo. No sólo deportivamente, sino educativamente. Cuando uno aprende valores, el sentido de la amistad, solidaridad, sacrificio, creo que va más allá del boxeo como deporte.
Quienes formamos parte de los que no lo hacemos con fin competitivo, sabemos de lo que se trata. Luis Olivero nos enseñó mucho más que a sacar manos, movernos, hacer vista o escuela de boxeo. A quienes el sistema los aísla, trata de incorporarlos. A quienes están ajenos a una realidad innegable, les abre los ojos. En lo estrictamente deportivo, con sus viajes por lugares como Estados Unidos, Cuba, Europa y los países centro americanos -además de la Argentina y el Perú- enriquece sus clases con una diversidad única de técnicas. Formando grandes boxeadores, fue dejando su marca en el boxeo profesional y amateur.
En el campo aficionado dejó una importante huella. Como boxeador, realizó más de 150 peleas. En sus comienzos, para evitar que su padre lo supiera, utilizó el nombre de Carlos Rodríguez o su propio nombre, pero con apellido materno: Luis Canales. Ganó torneos barriales, nacionales e integró la selección de su país. Se caracterizó por su gran técnica y sorprendía con su izquierda un “Gringo” que, cuando se prendía en la zona de fuego, recibía los castigos de su rincón. No era un noqueador, sí un estilista.
Aquel peso Ligero nacido en Lima, debió colgar los guantes producto de un derrame hepático. Así, con 23 años, desaparecía un gran boxeador y asomaba un excelente entrenador. Arrancó, como buen rincón, desde abajo. Colaborando en los gimnasios con boxeadores amateurs, observó, aprendió y fue trabajando con gente de renombre mundial: Gil Clance (estuvo a su lado por mucho tiempo, sobre todo con Emily Griffith), Carón González, Ángelo Dundee, Willie Pep, y demás gente de trayectoria.
Tuvo a su cargo la selección nacional de Perú. Participó en gran cantidad de de torneos amateurs con el seleccionado y logró importantes resultados. Consagró campeones sudamericanos y numerosos medallistas en torneos internacionales. Con el tiempo, fue ganando el reconocimiento como un gran formador de boxeadores.
En el Perú quedará en la historia pugilística por ser el formador del ex boxeador Mario Broncano. Este púgil nacido en Chincha, con sólo 15 años, fue campeón sudamericano, medalla de plata en el Giraldo Córdova Cardín y eterna promesa de campeón mundial. Pero el chinchano jamás pudo evitar sus raíces. Fue rescatado por Olivero del reformatorio de Maranga y, a pesar de generar la mayor esperanza del boxeo peruano, no pudo dejar su vida indisciplinada.
En Argentina, en la ciudad de Córdoba, formó a dos actuales promesas del boxeo nacional: Marcos Cabral y Pablo Zárate. El primero integrante de la selección nacional, con destacada participación en el mundial juvenil de Guadalajara; y el segundo, campeón provincial, vencedor de diversos torneos nacionales y nueva figura del boxeo profesional.
En el terreno profesional, como boxeador, su participación fue corta. Apenas pudo realizar cinco peleas y debió abandonar el pugilismo por la anteriormente comentada lesión.
Como entrenador, tuvo a cargo a retadores del título mundial como: el Inca Quintana, Felipe Jerónimo Luque, Orlando Romero (aquel peso Ligero que peleó con Ray Mancini), Freddy Chumpitáz y, los consagrados ecuménicamente por la UBA, Rubén Poma y Carlos Grados.
En Argentina, fue reconocido por todos como el entrenador del cordobés Fabio la Mole Moli. Junto a Olivero, el gigante de Villa del Rosario vivió sus épocas doradas, donde permaneció invicto. Además, protagonizó aquellos duelos inolvidables ante Jorge Dáscola y la pelea memorable frente a Tony Larosa.
Ligado a la labor social, combinó su pasión por el boxeo, con la ayuda a jóvenes en condiciones de vulnerabilidad. Colaboró en reformatorios desde Manhattan hasta Maranga. De todos aprendió y dejó una gran enseñanza. Creador de frases como “K.O. a las drogas” (utilizada por la Asociación Mundial de Boxeo) y, la que encabeza nuestro blog, “Ningún niño nace malo”, luchó, con el boxeo como única arma, por una niñez y una adolescencia digna.
Hoy es como ayer, en la vida de Olivero. Uno llega a Argüello Juniros, y parece reencarnarse un Mario Broncano en algún niño de mirada esquiva; en la bolsa saca manos duras un muchacho que se parece bastante a Romerito, y jura lograr lo que aquel no pudo: “Voy a ser campeón mundial”; más acá hace sombra uno bastante hábil que me recuerda a aquel pintón Carlos Grados; en la otra punta, Olivero Canales saca lentamente una izquierda en jab, seguida de una derecha recta, ante la atenta mirada de uno que pisa por primera vez el gimnasio, llevado por su madre para ver si sale de "eso que venden en todas las esquinas”.
Hoy como ayer, realiza un trabajo silencioso. Hoy como ayer, no se ayuda a un hombre que, por el boxeo y por la sociedad, deja prácticamente todo.
Se hacían sentir las manos del profe, aunque lo niegue.
Utilizando su apellido materno para intentar esconder su pasión. Difícil.
Manos en alto para el Gringo.
Olivero hace errar a su rival.
Uppercut de izquierda al mentón.
Sacando un recto de derecha a la bolsa.
Luis Olivero Canales: el boxeador más técnico del campeonato.
La prensa mostraba los grandes pupilos de Olivero.
El Negro Carlos Grados. Campeón mundial UBA.
Haciendo "guanteletas".
Revistas prestigiosas si las hay, reflejaban la labor de Luis Olivero en el Perú.
Mario Broncano, medalla de Plata en los Giraldo Cordova Cardin, campeón sudamericano.
El sueño vuelve a nacer.
En disputa de título.
Una costumbre: Broncano ganando competencias amteur.
Olivero junto a la selección peruana en los Bolivarianos de 1985 en Ecuador.
Orlando Romero, retador al título mundial ante Ray Boom Boom Mancini.
Consagración de Rubén Poma en disputa de título mundial UBA categoría Minimosca.
Raúl el Torito Enciso en disputa del título que ganó: AMB Fedebol Superligero.
Junto a Fabio la Mole Moli, en sus épocas de gloria.
Pablo el Luifa Zárate recibiendo el premio Estímulo de La Voz Del Interior 2004.
Junto a un grande de verdad: Teófilo Stevenson.
Luis Olivero Canales y Gilberto Mendoza, presidente de la AMB durante 26 años.
Porque entrenador no se hace un día para el otro: